martes, julio 1, 2025
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Ermita de la Virgen del Ara: la Capilla Sixtina de Extremadura

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A las afueras del municipio de Fuente del Arco, en la provincia de Badajoz, enclavada en un paisaje natural de gran belleza, se encuentra la Ermita de la Virgen del Ara, conocida popularmente como la “Capilla Sixtina de Extremadura”. Esta denominación se debe a que en su interior alberga un conjunto pictórico al fresco que recubre completamente la bóveda de su nave, representando escenas del Génesis con gran riqueza iconográfica y simbólica. Sin embargo, más allá de su esplendor artístico, la ermita es también testimonio de una religiosidad popular arraigada en el territorio y de la pervivencia de cultos sincréticos que enlazan lo cristiano con lo pagano. Este artículo propone un recorrido por su historia, su singular iconografía, su dimensión cultural y su contexto patrimonial, con el fin de poner en valor un enclave único dentro del arte sacro peninsular.

Contextualización geográfica e histórica

La Ermita de Nuestra Señora del Ara, de estilo gótico mudéjar, se encuentra a unos siete kilómetros del municipio de Fuente del Arco, en la comarca de la Campiña Sur, en la provincia de Badajoz. La zona en la que se encuentra se caracteriza por su gran belleza natural: rodeada por la sierra y arropada por encinas y jaras, esta construcción se integra en el paisaje como si formara parte de él desde siempre.

Fuente del Arco, a pesar de ser hoy un pequeño pueblo, cuenta con una rica historia que se remonta a época romana, como atestiguan los restos arqueológicos hallados en la zona, así como la cercanía a la antigua ciudad de Regina Turdulorum. En su término municipal también se encuentran las minas de la Jayona, un complejo minero declarado monumento natural, cuyo origen se remonta a época romana y ha estado en uso hasta 1921, usándose como lugar de pastoreo hasta finales de siglo, cuando se recuperó como lugar recreativo y turístico.

A pesar de los indicios romanos y del posible culto religioso que pudo haber en esta época o incluso antes, tal y como indica el propio nombre del templo – Ara en latín significa “altar” o “piedra de sacrificio” –, no hay información sobre la construcción de la ermita hasta el siglo XIV. El rey Alfonso XIV la menciona en uno de sus libros, por lo que se cree que comenzó a levantarse en este siglo. Poco después, en el siglo XV, se asentó la orden de Santiago, aumentando la estructura original. Se cree que la tabla gótica que decora la sacristía es del siglo XIV o principios del XV, mientras que las pinturas geométricas de su zócalo datan de finales del siglo XV.

El resto de las pinturas de su interior datan del siglo XVIII, época de esplendor del edificio. De este siglo son también las reformas de la ermita para dejarla tal y como está en la actualidad. A finales del siglo pasado, en 1993, comenzaron los trámites para la declaración del conjunto como bien de interés cultural, hasta 2018, cuando se le otorgó dicho título.

La ermita ha sido durante siglos centro de peregrinación y celebración comunitaria, especialmente en torno a la romería de la Virgen del Ara, que, actualmente, constituye una de las fiestas más importantes de la localidad.

La ermita como espacio arquitectónico

La ermita presenta una arquitectura sobria y funcional, adaptada al entorno mural y a su papel como lugar de peregrinación y culto. Su fachada principal es austera, compuesta por siete arcos mudéjares, y la portada está hecha en forma de arco de herradura con restos de columnas romanas. El exterior está policromado en blanco, y un lateral, junto a la cabecera, se encuentra la sacristía, adosada al cuerpo principal.

En cuanto al interior, presenta una nave rectangular, de nave única, y rematada por una cabecera cuadrada con el altar mayor. La nave se cubre con una bóveda de cañón con lunetos, donde se encuentran las grandes escenas pictóricas que han dado fama al templo y de las que hablaremos más adelante. La capilla mayor se separa de la bóveda por un arco toral, con el retablo mayor que preside la ermita, de estilo barroco.

Lo más especial de su interior es cómo lo arquitectónico se convierte en soporte de un programa pictórico total. Las paredes laterales están decoradas con pinturas de santos y escenas devocionales, pero es la bóveda del techo la que despliega, a modo de libro abierto, un extenso ciclo del Génesis, que se convierte en el verdadero eje narrativo y visual del conjunto.

Las pinturas murales: la Capilla Sixtina extremeña

El apelativo de “Capilla Sixtina de Extremadura” se debe al excepcional conjunto pictórico que recubre la bóveda de la ermita. Estas pinturas, realizadas al temple, convierten el techo del templo en un gran lienzo narrativo donde se despliega una interpretación visual del Libro del Génesis. Esta obra pictórica fue realizada en 1736 por varios artistas locales, entre ellos los Brieva, padre e hijo, ambos de Llerena.

La bóveda de la nave se divide en 26 recuadros numerados, enmarcados por estructuras arquitectónicas pintadas que simulan molduras al estilo del trampantojo barroco. En ellas se narra la historia del Génesis acompañados de leyendas explicativas, como la Creación, el Paraíso, el Pecado original, el Destierro de Adán y Eva, Caín y Abel, Abraham e Isaac o el Diluvio universal.

En el coro, localizado a los pies, aparecen representaciones femeninas de los puntos cardinales: cuatro figuras femeninas que hacían referencia a las “cuatro partes del mundo” (Norte, Sur, Este y Oeste), simbolizando el dominio de Dios sobre el mundo. En la cúspide del arco, aparece la Muerte escoltada por dos. Otra pintura destacada es la de la aparición de la Virgen al rey Jayón y a su hija, Erminda. En la parte superior tiene forma pentagonal para adaptarse al testero del templo.

Estas pinturas tienen una clara intención pedagógica y emocional: a través del uso del color, el movimiento y la expresividad de los personajes, se pretende narrar, emocionar y enseñar, en una época en la que el analfabetismo era generalizado y el arte tenía una función catequética fundamental. En este sentido, las pinturas, además de decorar, predican.

El estilo muestra un dominio notable del espacio y la anatomía, aunque no exento de ingenuidad o rusticidad en algunos pasajes, lo que no resta valor a su fuerza expresiva. En su conjunto, la obra refleja la asimilación popular de modelos barrocos, reinterpretados con sensibilidad y oficio.

El colorido es otro de sus grandes atractivos: predominan los tonos cálidos, con azules, ocres y dorados que conservan gran viveza. La reciente restauración ha contribuido a recuperar la intensidad cromática original y a consolidar los materiales.

Devoción popular, romerías y leyendas

La Ermita de la Virgen del Ara es, además de un monumento artístico y arquitectónico, un espacio vivo de tradición, profundamente arraigado en la memoria colectiva de Fuente del Arco y su entorno. Desde hace siglos, ha sido punto de encuentro, de celebración y de espiritualidad popular, con una devoción mariana que se transmite de generación en generación.

El momento más señalado del calendario es la romería en honor a la Virgen del Ara, que se celebra anualmente en el mes de septiembre, siendo el día 8 el día de la virgen. La romería es, además de una función litúrgica, una expresión identitaria: muchos extremeños que viven lejos vuelven por estas fechas para reencontrarse con sus raíces.

A esta dimensión festiva se suma un rico imaginario de leyendas y creencias populares que envuelven a la Virgen del Ara. Una de las más populares es cuando la princesa Erminda y su padre, el rey moro Jayón, que era ciego, se encontraron a la Virgen María, en forma de una joven doncella, sobre la copa de una encina. La virgen se les apareció varias veces hasta que, en una de estas, Erminda le dijo que, si era la Virgen, le devolviera la vista a su padre. Ésta le respondió que lo haría si se convertían al cristianismo, cosa que hicieron, y, acto seguido, Jayón recobró la vista.

Gracias a este milagro, los habitantes comenzaron a construir una capilla en su honor, pero lo que construían durante el día, por la noche se derrumbaba. Entonces el rey habló con la Virgen y ésta le dijo que la ermita se derrumbaba porque no la estaban haciendo donde ella quería, es decir, en la encina. Entonces, comenzaron a levantarla en ese lugar, donde, si cortaban la encina, volvía a retoñecer.

Una joya por descubrir y preservar

La Ermita de la Virgen del Ara es uno de esos tesoros escondidos que sorprende por su valor patrimonial, artístico y cultural. Su ubicación en plena sierra, su origen medieval, su arquitectura barroca, y, sobre todo, su impresionante ciclo de frescos, convierten a este pequeño santuario en un lugar excepcional dentro del patrimonio sacro español.

Pero más allá de su riqueza estética, la ermita es también un espacio de memoria, identidad y devoción popular. Su papel como centro de reunión en la romería, su conexión con las tradiciones orales, y su relevancia simbólica dentro del imaginario colectivo de la comarca la convierten en un lugar vivo, que une pasado y presente.

La reciente restauración de 2024 ha sido un paso fundamental para asegurar su conservación y facilitar su disfrute a nuevas generaciones. No obstante, para garantizar su futuro, es imprescindible seguir apostando por su estudio, protección y difusión, tanto en el ámbito académico como en el turístico y educativo.

Visitar la ermita es adentrarse en un espacio donde el arte, la historia, la fe y la naturaleza dialogan. Por todo ello, la Virgen del Ara no solo merece el apelativo de “Capilla Sixtina de Extremadura”, sino también el reconocimiento como un bien común que debemos cuidar y celebrar.