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Valencia, cruce de culturas

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Valencia, capital de la Comunidad Valenciana y tercera ciudad más poblada de España, es una ciudad mediterránea que ha sabido conjugar su pasado histórico con la modernidad del presente. Fundada por los romanos en el siglo II a. C. y marcada después por la huella islámica y cristiana, su patrimonio artístico es testimonio de siglos de mestizaje cultural y de momentos de gran esplendor económico y social.

Recorrer Valencia es transitar por un mosaico de épocas: desde los restos arqueológicos de la antigua Valentia hasta la imponente Lonja de la Seda, pasando por iglesias barrocas de interiores espectaculares o por edificios modernistas que hablan de la renovación urbana del siglo XIX. A este legado se suman la arquitectura contemporánea de la Ciudad de las Artes y las Ciencias y las manifestaciones culturales vivas, como las Fallas, reconocidas por la UNESCO.

Herencia antigua

La historia de Valencia comienza en el año 138 a. C., cuando el cónsul romano Décimo Junio Bruto Galaico fundó la colonia de Valentia Edetanorum a orillas del río Turia. El trazado urbano seguía el modelo clásico, con el cardo y el decumanus como ejes principales, y una plaza central que articulaba la vida política y social. Hoy, los restos arqueológicos hallados en la plaza de la Almoina permiten asomarse a esa primera ciudad: termas, foros y sistemas de abastecimiento de agua que muestran la importancia de Roma en la configuración del territorio.

Tras la caída del Imperio, Valencia conoció la etapa visigoda y la musulmana. A partir del siglo VIII, la ciudad islámica (Balansiya) adquirió gran dinamismo gracias a la huerta y a los sistemas de regadío, que aún hoy siguen en funcionamiento. La medina estaba rodeada de murallas, de las que se conservan algunos tramos, y su trazado urbano irregular todavía puede intuirse en barrios del centro histórico.

Este periodo dejó huellas que se conservan en la actualidad: desde los restos arqueológicos hasta la organización del espacio agrícola, donde la huerta y la acequia de la Albufera muestran la relación entre paisaje, economía y cultura.

La Valencia medieval: esplendor gótico

La Edad Media marcó uno de los periodos de mayor esplendor de Valencia. Tras la conquista cristiana encabezada por Jaime I en 1238, la ciudad se integró en la Corona de Aragón y se convirtió en un importante núcleo político, comercial y cultural. El nuevo impulso económico se tradujo en un florecimiento artístico, con especial protagonismo del estilo gótico, que alcanzó aquí una de sus expresiones más brillantes en la península.

El edificio más emblemático de este auge es la Lonja de la Seda, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996. Fue construida entre 1482 y 1533 en estilo gótico flamígero diseñada por Francesc Badolmar y su discípulo, Pere Compte. Este edificio fue un símbolo del poder mercantil de Valencia y un magnífico ejemplo del gótico civil europeo, con su espectacular Sala de Contratación sostenida por columnas helicoidales.

Junto a ella, la Catedral de Valencia, consagrada en el año 1238 por el primer obispo valenciano tras la conquista cristiana, refleja la transición de estilos: iniciada en época románica, continuada en gótico y enriquecida con añadidos barrocos y neoclásicos. En su interior se conserva el Santo Cáliz, objeto de veneración y de tradición legendaria.

El sistema defensivo también se monumentalizó con las Torres de Serranos y las Torres de Quart, que aún hoy flanquean el casco histórico. Además, iglesias como Santa Catalina o San Juan del Hospital, y conventos de diferentes órdenes religiosas, conforman un rico patrimonio gótico religioso.

A este esplendor artístico se suma el cultural: fue la época de escritores como Ausiàs March, Joanot Martorell —autor de Tirant lo Blanc— o Sor Isabel de Villena, que convirtieron a Valencia en una de las capitales literarias de Europa.

Renacimiento y Barroco

Con la llegada del Renacimiento, Valencia mantuvo su dinamismo cultural, aunque marcada por las tensiones políticas y sociales del siglo XVI. La creación de instituciones educativas como la Universidad de Valencia, fundada en 1499 como Estudi General, refleja el espíritu humanista de la época y la época de esplendor económico y cultural del siglo XV. Su edificio histórico, con un elegante claustro renacentista, sigue siendo uno de los conjuntos arquitectónicos más representativos de ese periodo.

En el ámbito artístico, la figura de Juan de Juanes destacó como el gran pintor renacentista valenciano, heredero de la tradición italiana, pero con un estilo propio que influyó en generaciones posteriores. Sus obras, muchas de ellas de temática religiosa, muestran el refinamiento y el equilibrio del clasicismo.

El Barroco, por su parte, transformó radicalmente la fisonomía de la ciudad entre los siglos XVII y XVIII. Numerosas iglesias se renovaron con interiores recargados y llenos de color, como la iglesia de San Nicolás, conocida como la “Capilla Sixtina valenciana” por sus espectaculares frescos de Dionís Vidal. También se erigieron conventos y palacios que respondían a la teatralidad y al dinamismo característicos de este estilo.

Siglo XIX y Modernismo

El siglo XIX supuso para Valencia una profunda transformación urbana y social. La ciudad experimentó un importante crecimiento demográfico y económico, lo que llevó a la demolición de gran parte de las murallas medievales y a la creación de nuevos ensanches que modernizaron su trazado. Este proceso abrió la puerta a una arquitectura renovada, que culminaría en las primeras décadas del siglo XX con el auge del modernismo.

El modernismo valenciano se manifestó con especial fuerza en edificios de uso público, ligados a la vida cotidiana y al comercio. El Mercado Central, proyectado por Francesc Guàrdia i Vial y Alexandre Soler i March y terminado por Enrique Viedma Vidal y Ángel Romaní Verdeguer entre 1914 y 1928, es una de las joyas del estilo: una gigantesca estructura de hierro y vidrio que combina funcionalidad con un exquisito programa decorativo. Otro ejemplo es el Mercado de Colón, de Francisco Mora Berenguer, realizado entre 1914 y 1916, que transformó la tradición de los mercados en un espacio elegante y monumental.

Otro edificio emblemático es la Estación del Norte, obra de Demetrio Ribes, con una fachada adornada con cerámicas que exaltan símbolos regionales como la huerta, la flor de azahar y la naranja. Este lenguaje arquitectónico, cargado de color y ornamentación, convirtió al modernismo en una expresión de identidad local y, al mismo tiempo, en parte de un movimiento internacional.

Valencia contemporánea

La segunda mitad del siglo XX y el inicio del XXI han transformado la imagen de Valencia, proyectándola hacia la modernidad sin perder el vínculo con su pasado. La gran operación urbanística que simboliza este cambio es la Ciudad de las Artes y las Ciencias, diseñada por Santiago Calatrava y Félix Candela e inaugurada en 1998. Este conjunto arquitectónico y cultural —compuesto por el Hemisfèric, el Museu de les Ciències, el Palau de les Arts y el Oceanogràfic— se ha convertido en uno de los iconos internacionales de la ciudad. Sus formas vanguardistas y su integración en el antiguo cauce del Turia demuestran cómo la arquitectura contemporánea puede redefinir la identidad urbana.

Paralelamente, Valencia ha potenciado sus espacios culturales. El IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno), abierto en 1986, fue pionero en España en la difusión del arte contemporáneo y sigue siendo un referente internacional. Otros centros como Bombas Gens, una antigua fábrica reconvertida en espacio expositivo, o el Centro del Carmen de Cultura Contemporánea, han consolidado a la ciudad como un polo cultural en constante efervescencia.

La creación artística también se manifiesta en el espacio público. Barrios como El Carmen se han convertido en escenarios de arte urbano, donde los murales dialogan con las fachadas históricas.

Tradición y patrimonio inmaterial

Más allá de su riqueza monumental, Valencia destaca por un patrimonio inmaterial que forma parte de su identidad cultural. La manifestación más emblemática son las Fallas, declaradas fiesta de Interés Turístico Internacional y Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2016. Cada mes de marzo, la ciudad se llena de monumentos efímeros que combinan sátira, creatividad y crítica social. Estas construcciones, que arden en la nit de la cremà, convierten el arte en un espectáculo colectivo donde participan artistas falleros, vecinos y visitantes.

La tradición valenciana se expresa también en la música. La Comunidad Valenciana es conocida como la “tierra de las bandas”, con la celebración de eventos como el Certamen Internacional de Bandas de Música Ciudad de Valencia, donde se reúnen miles de artistas cada año.

Otro aspecto fundamental es la cerámica, especialmente la de Manises, que. desde época medieval. ha sido un referente internacional y que hoy sigue siendo un símbolo del saber artesanal valenciano. Junto a ella, la relación de la ciudad con su huerta —los cultivos de naranjos, las acequias y la Albufera— recuerda la importancia del paisaje agrícola como parte de la cultura viva.

Una ciudad entre la historia y la modernidad

Valencia es una ciudad capaz de conjugar pasado y presente en un mismo relato. Su trazado urbano y su patrimonio arquitectónico narran más de dos mil años de historia: desde los vestigios romanos de la plaza de la Almoina hasta la solemnidad gótica de la Lonja de la Seda o la vitalidad modernista del Mercado Central. A ello se suman los grandes hitos de la contemporaneidad, como la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que han proyectado su imagen al mundo entero.

Sin embargo, Valencia no se entiende solo a través de sus monumentos. Su identidad se completa con tradiciones vivas como las Fallas, la música de bandas o el legado artesanal de la cerámica, expresiones que reafirman un carácter colectivo y festivo.

Recorrer la ciudad es sumergirse en un patrimonio en permanente diálogo entre historia y modernidad. Valencia demuestra que el arte y la cultura son herencias del pasado, pero también motores que siguen configurando su presente y proyectando su futuro.