sábado, noviembre 8, 2025
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Los mejores restaurantes de España según «The World’s 50 Best Restaurants» en 2025

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La emoción se respiraba en el Auditorium Giovanni Agnelli, en Turín, cuando se reveló el esperado listado de The World’s 50 Best Restaurants 2025. En una gala marcada por el regreso de la cocina al territorio y la sostenibilidad como lenguaje común, España volvió a situarse en el epicentro de la alta gastronomía mundial. Cuatro restaurantes españoles figuran entre los cincuenta mejores del planeta, una presencia que, además de consolidar el liderazgo culinario del país, refleja su diversidad estilística y geográfica: de las brasas de Vizcaya al frenesí creativo de Madrid, del fuego marino de Gipuzkoa al laboratorio sensorial de Barcelona.

Cada uno de estos proyectos encarna una forma distinta de entender la cocina contemporánea: tradición, innovación, territorio y emoción dialogan en un mapa gastronómico que sigue marcando tendencia global. En conjunto, componen un retrato fiel del momento que vive la gastronomía española en 2025: madura, consciente y orgullosa de sus raíces, pero sin miedo a reinventarse.

Asador Etxebarri (Atxondo, Vizcaya)

En el corazón del valle de Atxondo, entre montes verdes y niebla atlántica, se alza una antigua casa de piedra que, a simple vista, podría pasar por un caserío más del País Vasco. Pero tras su fachada discreta se encuentra el segundo mejor restaurante del mundo en 2025, y el considerado Mejor de Europa: el Asador Etxebarri, donde Bittor Arguinzoniz ha elevado el fuego a la categoría de arte.

Su cocina no se entiende sin la materia prima ni sin el silencio que rodea al caserío. Aquí, el lujo no está en el artificio, sino en la honestidad del producto y la precisión del asado. Cada plato nace del diálogo entre ingrediente, madera y llama. Arguinzoniz controla personalmente las brasas —encina, vid, roble o naranjo según el producto— y ha diseñado sus propias parrillas y utensilios para lograr matices imperceptibles al ojo, pero definitivos al paladar.

De su parrilla salen gambas rojas apenas tocadas por el fuego, angulas que conservan la textura de la marea o una chuleta cuya grasa parece fundirse con la memoria del humo. Todo se construye sobre una filosofía radicalmente simple: «no disfrazar el sabor, sino revelarlo».

La experiencia en Etxebarri es casi litúrgica. No hay estridencias, ni efectos visuales, ni discursos de vanguardia. Lo que hay es una reverencia casi espiritual hacia el acto de cocinar. En tiempos de cocinas espectáculo y de tecnología culinaria, Arguinzoniz ofrece la contracara del artificio: la pureza.

Su éxito internacional no solo reivindica la tradición vasca, sino que demuestra que la emoción más profunda puede surgir de la humildad técnica y la cercanía con la naturaleza. En Etxebarri, la alta cocina se despoja de artificios para regresar al origen: el fuego, el producto y el tiempo.

DiverXO (Madrid)

En el corazón financiero de Madrid, un espacio de estética futurista parece desafiar las reglas del tiempo y del gusto. Es DiverXO, el restaurante del chef Dabiz Muñoz, que en 2025 vuelve a ocupar el cuarto puesto en The World’s 50 Best Restaurants, consolidando su reputación como uno de los cocineros más innovadores del planeta. La experiencia en DiverXO no se parece a ninguna otra: es un viaje entre mundos, un espectáculo sensorial donde cada plato es una historia, una provocación o un juego.

Muñoz —tres estrellas Michelin y un discurso culinario que oscila entre lo delirante y lo genial— ha construido un universo propio que trasciende la gastronomía. En su cocina convergen sabores asiáticos, latinoamericanos y mediterráneos en combinaciones que parecen imposibles, pero funcionan. El comensal puede encontrarse un dumpling de conejo al ajillo, una lasaña de anguila y vaca vieja o un plato que se presenta sobre un lienzo comestible. Todo está pensado para sorprender, desconcertar y emocionar.

El espacio, diseñado como un teatro onírico en tonos blancos, negros y fucsia, refuerza la idea de que DiverXO es tanto un restaurante como una performance. El servicio acompaña el ritmo del menú degustación —unas tres horas de experiencia inmersiva— con movimientos coreografiados y explicaciones que rozan la narrativa fantástica.

Más allá del espectáculo, el mérito de Muñoz reside en mantener una coherencia artística dentro del exceso. Su cocina es radical, pero no gratuita: hay técnica, reflexión y un discurso emocional detrás de cada plato. En una era en la que muchos cocineros buscan equilibrio, Dabiz Muñoz sigue apostando por el vértigo, demostrando que el riesgo también puede ser un camino hacia la excelencia.

Elkano (Getaria, Gipuzkoa)

A pocos metros del puerto pesquero de Getaria, en Gipuzkoa, donde el olor a sal se confunde con el del carbón encendido, Elkano sigue demostrando que la sencillez puede ser la forma más pura de sofisticación. En 2025 ocupa el puesto número 24 en The World’s 50 Best Restaurants, un reconocimiento que consolida el legado de la familia Arregi y de una forma de cocinar que ha convertido al pescado a la parrilla en una experiencia trascendente.

Fundado en 1964 por Pedro Arregi y dirigido hoy por su hijo Aitor, Elkano es un homenaje a la costa vasca y a su producto. El restaurante fue pionero en aplicar la parrilla, tradicionalmente reservada para la carne, al pescado. Su plato insignia, el rodaballo a la brasa, se ha convertido en una referencia mundial: cocinado entero, con piel, espinas y gelatina, logra una textura jugosa y un sabor que concentra el espíritu del Cantábrico.

Aquí no hay espectáculo ni artificio. Los comensales se sientan frente a una cocina abierta donde las llamas hablan por sí mismas. Cada pieza se asa con precisión milimétrica según su grosor y grasa; las brasas, el viento y la humedad del día determinan el ritmo. En palabras de Aitor Arregi, «el mar no se domina, se escucha». Esa filosofía se traduce en una cocina que parece sencilla, pero está cargada de conocimiento empírico y respeto.

En un mundo gastronómico dominado por la búsqueda de la novedad, Elkano representa la resistencia tranquila de la tradición. Su fuerza no está en la innovación formal, sino en mantener viva una relación ancestral con el territorio. Comer aquí es una lección sobre el valor del tiempo, la paciencia y el fuego.

Enigma (Barcelona)

En el entramado urbano de Barcelona, donde la herencia de elBulli sigue proyectando su sombra luminosa, Albert Adrià ha vuelto a situarse entre los grandes con Enigma, número 34 en The World’s 50 Best Restaurants 2025. Su regreso a la lista después de años de reinvención confirma que la ciudad condal sigue siendo un laboratorio privilegiado para la cocina contemporánea.

Enigma no es un restaurante al uso: es una experiencia fragmentada en actos. Los comensales recorren un espacio diseñado como una sucesión de estancias en penumbra, donde la arquitectura —firmada por RCR Arquitectes— juega con el vidrio, el acero y la luz difusa. El ambiente envuelve al visitante en un misterio controlado, y cada plato aparece como una pista dentro de un relato culinario.

La cocina de Adrià conserva la esencia lúdica y experimental que lo caracteriza, pero con un tono más maduro y refinado. En lugar del exceso de la era bulliniana, aquí se impone la precisión técnica y la búsqueda de emoción contenida. Los platos —como una ostra con consomé helado o un bocado que se disuelve en niebla aromática— exploran los límites sensoriales sin renunciar al sabor.

Más que sorprender, Enigma pretende despertar la curiosidad del comensal, situándolo en un terreno ambiguo entre el placer y la expectativa. En su aparente frialdad se esconde una poética del control: todo está medido, desde la iluminación hasta la cadencia del servicio. Así, Albert Adrià demuestra que la vanguardia puede ser también una forma de silencio.

Menciones destacadas: referentes españoles más allá del ranking

La presencia nacional en la élite gastronómica va mucho más allá de la lista. Algunos templos de la creatividad y el territorio, que en ediciones anteriores ocuparon los primeros puestos, siguen marcando el pulso de la cocina contemporánea española.

Disfrutar (Barcelona)

Pocos proyectos resumen mejor la herencia de elBulli que Disfrutar, fundado por Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateu Casañas. Coronado en 2024 como mejor restaurante del mundo según The World’s 50 Best Restaurants, y con tres estrellas en la Guía Michelin, el local barcelonés mantiene una energía inagotable. Su cocina combina la técnica extrema con una ligereza lúdica: platos que parecen objetos de arte, juegos visuales y sabores directos. En 2025 sigue siendo un referente mundial, un espacio donde la creatividad se vive como un proceso colectivo.

Quique Dacosta Restaurante (Denia, Alicante)

En la costa levantina, Quique Dacosta continúa explorando los paisajes del Mediterráneo a través de una cocina que une territorio y estética. Su menú Por amor al arte —presentado en 2024— convertía cada plato en una pieza conceptual inspirada en artistas valencianos. Aunque su restaurante no figura entre los 50 mejores de 2025, sí se mantiene en los rankings europeos de OAD y en la Guía Michelin con tres estrellas. Dacosta representa la madurez de una generación que entiende la alta cocina como un lenguaje cultural.

Aponiente (El Puerto de Santa María, Cádiz)

Por último, Ángel León, conocido como «el chef del mar», sigue defendiendo una cocina radicalmente sostenible. En Aponiente, el océano es territorio de investigación y metáfora de futuro: plancton, embutidos marinos y harinas de algas componen un discurso ecológico sin precedentes. Su visión, más científica que estética, amplía los límites de lo posible y mantiene viva la revolución azul de la gastronomía española.

Entre la tradición y la vanguardia: un mapa del presente gastronómico español

En 2025, la alta cocina española confirma que la excelencia ya no responde a un único modelo. El fuego de Etxebarri, la fantasía de DiverXO, la serenidad marina de Elkano y el misterio calculado de Enigma dibujan un panorama plural en el que la tradición y la experimentación conviven con naturalidad. A su alrededor, nombres como Disfrutar, Quique Dacosta o Aponiente completan un ecosistema culinario que combina oficio, identidad y riesgo.

Más que una suma de restaurantes, España ofrece hoy una forma de entender el acto de comer como experiencia cultural: un territorio donde la memoria, el arte y la técnica se entrelazan. En tiempos de uniformidad global, su gastronomía sigue recordando que la innovación también puede oler a humo, a mar o a azahar. Y que el futuro, en su mesa, sigue teniendo sabor a raíz.