En uno de los mayores saqueos culturales recientes en Estados Unidos, una banda sustrajo más de un millar de objetos del depósito externo del museo, incluyendo arte indígena, joyería contemporánea y piezas históricas

En la madrugada del 15 de octubre, poco antes de las 3:30 de la madrugada, una banda de ladrones irrumpió en una instalación de almacenamiento fuera del recinto principal del Oakland Museum of California (OMCA), sin saltar alarmas ni ser detectados por el personal, apropiándose de más de 1.000 piezas de su colección. Aunque la localización exacta del depósito no se ha revelado, se sabe que se trata de un almacén externo vinculado al museo en Oakland, California.
Las piezas sustraídas comprenden una asombrosa variedad de objetos: cestas hechas por pueblos nativos americanos, colmillos con grabados (scrimshaw), piezas de joyería moderna realizadas por la artista del metal Florence Resnikoff (como un neckpiece de titanio) así como otros artículos vinculados a la historia social de California: medallas deportivas, pines de campañas políticas, e incluso ordenadores institucionales. El museo describió el hecho como «un acto descarado que priva al público de nuestro patrimonio cultural estatal».
Según declaraciones del centro, los investigadores creen que el robo no fue meticulosamente planificado para piezas específicas, sino que más bien fue un «crimen de oportunidad» en el que los ladrones entraron, seleccionaron lo que pudieron alcanzar con facilidad y huyeron. El personal descubriría la magnitud del saqueo al día siguiente.
La investigación está siendo llevada a cabo por el Departamento de Policía de Oakland en colaboración con la unidad especializada de crímenes de arte, el FBI Art Crime Team. No ha habido publicaciones oficiales hasta dos semanas después del robo a petición del FBI, de cara a que no peligre la investigación inicial ni alertar a los responsables. Las autoridades ya han publicado imágenes de vigilancia en las que aparecen dos sospechosos: uno con gorro negro, mascarilla blanca, camisa de cuadros y vaqueros; el otro con sudadera azul, guantes negros y calzado claro.
El museo subraya que la pérdida no atañe únicamente a su inventario interno, sino al conjunto de la comunidad: “No son solo pérdidas para el museo; son pérdidas para el público, para nuestra comunidad y esperamos que puedan ayudarnos a traerlos de vuelta”, declaró la directora ejecutiva del OMCA, Lori Fogarty.

Está pendiente de confirmarse el valor monetario exacto de los objetos extraídos, ya que muchos son piezas únicas o forman parte de series de donaciones históricas sin tasación reciente. No obstante, los especialistas aseguran que el daño cultural es muchísimo superior a cualquier cifra económica. Por su parte, también advierten que algunos de los artículos podrían ya estar siendo vendidos en plataformas de reventa en línea, mercados, tiendas de empeño o anticuarios, lo cual dificulta su recuperación.
Este incidente se suma a una creciente preocupación internacional por la seguridad de los depósitos de bienes culturales: tuvo lugar apenas días antes de otro robo de alto perfil en Europa, el del Museo del Louvre.