Un reciente descubrimiento en Nueva Zelanda ha sorprendido a la comunidad científica y ha despertado el interés de los pueblos indígenas locales. Se trata de un conjunto de huellas fosilizadas encontradas en la región de Kaipara, en la Isla Norte, que podrían pertenecer a una especie de moa que hasta ahora no figuraba en los registros fósiles.

El hallazgo fue realizado en la playa de Manunutahi (conocida también como Mosquito Bay), donde se identificaron cinco huellas tridáctilas bien conservadas. Estas impresiones en el terreno han sido datadas en un rango de entre 500.000 y 1.500.000 años de antigüedad, lo que las convierte en un testimonio clave para la comprensión de la evolución de estas aves gigantes, extintas hace aproximadamente 600 años.
Una especie desconocida
El moa, un grupo de aves no voladoras endémicas de Nueva Zelanda, incluía varias especies de diferentes tamaños, algunas de ellas de más de tres metros de altura. Sin embargo, las huellas recién descubiertas presentan características que no coinciden completamente con ninguna de las especies previamente identificadas, lo que ha llevado a los científicos a plantear la posibilidad de que se trate de una nueva variedad.
Según los investigadores, el tamaño y la forma de las huellas sugieren que el ave que las dejó era diferente de las especies de moa conocidas. Este hallazgo podría indicar que la diversidad de estas aves en la prehistoria era aún mayor de lo que se creía.
Importancia cultural y preservación
Además de su relevancia científica, el descubrimiento tiene gran significado para la comunidad indígena Ngāti Whātua de Kaipara, quienes han declarado las huellas como un «taonga» (tesoro sagrado) de gran importancia cultural. Para este pueblo maorí, los moa han formado parte de su historia y mitología, y el hallazgo fortalece su conexión con la tierra y con sus ancestros. Incluso el nombre elegido para esta nueva especie de icnotaxón es un símbolo del vínculo entre ciencia y cultura: Tapuwaemoa manunutahi, que combina las palabras tapu (sagrado), waewae moa (pierna de moa) y el nombre de la playa donde ha aparecido este hallazgo.

Por esta razón, se han tomado medidas para preservar las huellas en su ubicación original. Con la colaboración de expertos en conservación, la comunidad local ha implementado barreras y estrategias para protegerlas de la erosión y de posibles daños causados por el turismo o el clima, siendo accesible para la comunidad pero sin formar parte de ningún museo nacional.
Un misterio por resolver
A pesar de la emoción generada por el hallazgo, todavía queda un largo camino por recorrer para confirmar si realmente se trata de una nueva especie de moa. Los científicos planean realizar estudios más detallados, incluyendo comparaciones con otros restos fósiles conocidos y análisis de las condiciones geológicas del área donde fueron encontradas las huellas.
Si los estudios confirman que esta especie no ha sido registrada antes, el hallazgo reescribirá parte de la historia evolutiva de los moa, abriendo nuevas preguntas sobre la biodiversidad de Nueva Zelanda en la era prehistórica.