Un estudio liderado por la Universidad de Cantabria revela que hace 20.000 años los humanos del Paleolítico ya aprovechaban los restos de grandes cetáceos varados para fabricar utensilios especializados.

Un equipo internacional de arqueólogos, liderado por Pablo Menéndez y Pablo Arias, de la Universidad de Cantabria, ha documentado el hallazgo de algunas de las herramientas más antiguas conocidas en Europa hechas con huesos de ballena. El estudio, publicado en la revista Nature Communications, y titulado “Late Paleolithic whale bone tools reveal human and whale ecology in the Bay of Biscay”, se basa en el análisis de 173 piezas óseas procedentes de nueve yacimientos paleolíticos repartidos entre el norte de España y el suroeste de Francia, en la región del Golfo de Vizcaya.
Para su estudio, el equipo recurrió a métodos como la espectrometría de masas para identificación proteómica (ZooMS), análisis de ADN antiguo, datación por radiocarbono e isótopos estables, que permitieron identificar con precisión las especies de cetáceos y establecer la cronología de los restos.
Las piezas, datadas entre hace 20.000 y 17.000 años, corresponden al periodo Magdaleniense y están asociadas a prácticas culturales avanzadas. En total, se han analizado 83 herramientas y 90 fragmentos óseos, entre ellos puntas de proyectil, raederas y útiles de forma alargada, muchos de los cuales presentan señales evidentes de manufactura humana.
Los objetos, datados entre hace 20.000 y 17.000 años (periodo Magdaleniense), fueron hallados en enclaves como las cuevas de El Mirón, El Rascaño y La Riera. Se trata de utensilios como raederas, punzones o herramientas alargadas, elaborados a partir de huesos de grandes cetáceos – principalmente ballenas grises (Eschrichtius robustus), rorcuales comunes (Balaenoptera physalus), rorcuales boreales (Balaenoptera borealis) y cachalotes (Physeter macrocephalus) –, lo que convierte este descubrimiento en un hito para la arqueología marina y prehistórica.
Los investigadores sostienen que estos grupos humanos recolectaban los restos de ballenas varadas de forma natural en las costas del Cantábrico, una estrategia de aprovechamiento oportunista de este recurso. El tratamiento de estos materiales —56 de ellos fragmentados intencionadamente o con señales claras de manufactura— indica un conocimiento técnico avanzado y una versatilidad notable en el uso de materias primas inusuales.
Uno de los datos más llamativos es la identificación de restos de ballena gris, especie hoy desaparecida del Atlántico Norte, lo que proporciona nueva información sobre la fauna marina del Paleolítico. La presencia de estos restos sugiere que especies como esta habitaban esta zona hace 20.000 años.

Además, no todos los restos óseos analizados fueron transformados en herramientas. El estudio documenta fragmentos sin modificación aparente, cuya acumulación en determinados contextos podría indicar su uso como materia prima, alimento o incluso como objetos descartados tras un aprovechamiento incompleto.
Algunas de estas herramientas han sido localizadas a varios kilómetros del mar, lo que refuerza la hipótesis de contactos entre comunidades costeras e interiores y plantea la posibilidad de redes de intercambio o movilidad especializada.
El estudio también aporta una nueva mirada sobre la relación de los cazadores-recolectores con el entorno marino. Como destaca el estudio, estos hallazgos reflejan una relación más compleja de lo que se creía entre los grupos humanos paleolíticos y el entorno marino, mostrando que sabían aprovechar los recursos del mar cuando se presentaban.
El análisis detallado de los objetos continuará en los próximos años, con la expectativa de seguir desvelando cómo vivían, pensaban y se adaptaban los seres humanos hace más de 20.000 años.