Francisco de Goya, el gran maestro del arte español de los siglos XVIII y XIX, nos ha dejado un legado artístico que trasciende las fronteras del tiempo y la comprensión convencional. En el crepúsculo de su carrera, Goya nos obsequió con una serie de obras magistrales conocidas como las “Pinturas Negras”, dejándonos con ellas una única y sombría exploración de la condición humana que sigue intrigando a los amantes del arte y a los historiadores del arte. Estas pinturas, marcadas por una paleta de colores oscuros y temáticas profundamente introspectivas, revelan un aspecto inexplorado de la mente del artista, donde la genialidad y la oscuridad convergen.
En este artículo, nos sumergiremos en el mundo de las Pinturas Negras, con su contexto histórico, significados ocultos y la maestría técnica que define la obra final de uno de los grandes genios de la Historia del Arte. Acompáñanos en este viaje hacia la oscuridad artística de Goya, donde cada pincelada revela una verdad inquietante, y donde la genialidad se manifiesta en las sombras.
El ocaso de una era: Goya y el fin del Siglo de las Luces
Francisco de Goya se sumergió en las Pinturas Negras en un contexto histórico profundamente complejo. Este periodo, que abarca el ocaso del Siglo de las Luces y el amanecer de una nueva era en Europa marcada por la vuelta al Antiguo Régimen y al absolutismo, dejó su marca indeleble en la obra final del maestro aragonés.
En la España de principios del siglo XIX, se vivieron enormes transformaciones sociales, políticas y culturales. La Ilustración, con sus ideales de razón y progreso, se entrelazaba con la opresión social y la incertidumbre política.
La invasión napoleónica y la Guerra de la Independencia española sumieron al país en un caos absoluto. Goya, testigo de los horrores de la guerra y la brutalidad humana, se vio profundamente afectado por estos eventos. Su gran desilusión con la naturaleza humana y la sociedad que lo rodeaba encontró expresión en las Pinturas Negras, una serie de obras que capturan la desesperación, el miedo y la introspección en medio de un mundo en constante cambio.
La Quinta del Sordo: donde empezó todo
El fin de la era napoleónica y la restauración del absolutismo en Europa se reflejó en España con el fin de la Guerra de la Independencia y la llegada de Fernando VII de Borbón al trono, en 1814, suprimiendo la Constitución de 1812 y todos los intentos de liberalismo y de ilustración que hubo en nuestro país.
En este contexto, Goya, un ilustrado, y recién recuperado de una grave enfermedad que pudo haber terminado con su vida, cada vez se siente menos a gusto y seguro en la corte del nuevo monarca, por lo que decide buscar la tranquilidad en una finca a las afueras de la capital, en las orillas del río Manzanares: la famosa Quinta del Sordo, donde desarrollará todo su genio artístico con la realización de las Pinturas Negras.
Explorando las Pinturas Negras de Goya
En las paredes de la Quinta del Sordo, Francisco de Goya realizó, entre los años 1819 y 1823, las famosas Pinturas Negras. Se trata de una colección de 14 pinturas (las que se conservan en la actualidad) murales al óleo. Actualmente se conservan en el Museo del Prado, tras ser donadas a la institución a finales del siglo XIX. Las pinturas, que no fueron nombradas por el pintor, recibieron su nombre tras la muerte del artista gracias a Antonio de Brugada, otro pintor y amigo de Goya.
Esta serie de obras se llaman las Pinturas Negras por los colores que emplea el artista en su ejecución: tonos negros, grisáceos o marrones, oscuros y tenebrosos. En estas pinturas, el artista nos muestra una imaginación sin límites, una subjetividad plena que constituye el punto de partida de lagunas tendencias de la pintura moderna. En ellas, representa sus mayores temores, como son la muerte, la enfermedad, el horror, la violencia, la injusticia, vinculadas también con el mundo de los disparates, lo onírico y satánico.
Los estudios realizados a las pinturas han permitido saber que debajo había pinturas previas, de diferentes motivos y estilos, en parte tapadas por las nuevas, y en parte reutilizadas.
La quinta está dividida en dos plantas, entre las que el pintor repartió las pinturas. Se desconoce con seguridad la disposición original de las pinturas, pero se cree que pudo ser de la siguiente manera: en la Planta baja se encuentran ‘El Aquelarre’ o ‘El gran cabrón’, ‘La Romería de San Isidro’, ‘Saturno devorando a un hijo’, ‘Judit y Holofernes’, ‘Dos frailes’, ‘Una manola: Leocadia Zorrilla’ y ‘Dos viejos comiendo’. En cuanto a la planta alta, se encuentran ‘Las Parcas’ o ‘Átropos’, ‘Duelo a garrotazos’, ‘Peregrinación a la Fuente de San Isidro’ o ‘Santo Oficio’, ‘Asmodea’, ‘La lectura’ o ‘Los políticos’, ‘Dos mujeres y un hombre’ y ‘Perro semihundido’.
En estas obras destacan los rostros grotescos y monstruosos de los personajes, alejándolos de lo humano. Los tonos de color predilectos son los negros, ocres, grisáceos, etc., lo que pudo ser debido a que eran menos tóxicos para el pintor, que, recordemos, acababa de superar una grave enfermedad. En casos como ‘El Aquelarre’ y ‘La Romería de San Isidro’, son pinturas cuya temática trabajó años atrás, pero esta vez con una oscuridad y tenebrismo del que carecen las anteriores.
Hay una gran variedad de interpretaciones de estas pinturas. En pinturas como ‘Una manola: Leocadia Zorrilla’, quien parece estar de luto, ‘Dos viejos comiendo’ y ‘Las Parcas’, podría asociarse a la muerte, mientras que ‘Saturno devorando a su hijo’ es una muestra del paso del tiempo, así como de la violencia, muy presente también en ‘Judit y Holofernes’ y ‘Duelo a garrotazos’. Por otra parte, obras como ‘La Romería de San Isidro’ y ‘El gran cabrón’ nos muestran el mundo de la noche.
Una obra destacada de la colección es ‘Perro semihundido’. Se trata de una pintura cuyo significado se desconoce. Posiblemente el perro esté mirando a dos pájaros volando, pero no se puede confirmar. Aunque esta obra sea difusa y confusa, se ha convertido en un símbolo del arte contemporáneo, debido a la soledad y tristeza del rostro del perro, si mira o no mira algo…, aportando a la obra una condición emblemática cargada de emocionalidad.
Las Pinturas Negras como cimiento del Arte Moderno
Las Pinturas Negras de Goya se revelan no solo como el testamento artístico de un maestro atormentado, sino también como pioneras de los estilos pictóricos que dominarían el panorama artístico de finales del siglo XIX y principios del XX.
Estas pinturas ejercieron una notable influencia en el Romanticismo. La expresión emocional intensa y la exploración de lo sublime resonaron con artistas románticos que buscaban canalizar sus propias emociones y experiencias personales en su arte. También influyeron a los realistas, al trabajar con la temática social, retratando a clases humildes y pobres.
Estas obras artísticas también fueron un cimiento fundamental para el surgimiento de la vanguardia artística. La experimentación con la forma, la anteposición del color a la línea y la falta de perspectiva fueron grandes aportaciones para los futuros artistas del cambio de siglo, especialmente para el Expresionismo y el Surrealismo, quienes encontraron en Goya su mayor precursor.
Las Pinturas Negras: un legado en la oscuridad.
Las Pinturas Negras de Goya no solo representan el testimonio artístico de un maestro en un momento de crisis, sino que también se erigen como precursoras de una revolución artística que marcaría el arte moderno. Estas obras reflejan la angustia de un individuo, y a su vez se convierten en un espejo de las transformaciones sociales, políticas y culturales de su época.
El legado de las Pinturas Negras perdura en las pinceladas de los maestros que le siguieron. Goya, al sumergirse en la oscuridad, alumbró un camino para la exploración artística, dejando un cimiento sólido sobre el cual se construiría el arte moderno.