El 30 de enero se celebra el Día escolar de la Paz, una fecha que invita a reflexionar sobre la importancia de la convivencia pacífica, la resolución de conflictos y la construcción de un mundo más justo desde las aulas. Este día fue elegido como motivo del aniversario de la muerte de Mahatma Gandhi el 30 de enero de 1948, un líder cuya vida y obra encarnan los valores fundamentales de la paz y la no violencia.

Gandhi transformó la lucha por la independencia de la India mediante su filosofía de resistencia pacífica, dejando un legado universal que sigue inspirando movimientos sociales y educativos en todo el mundo. En este contexto, la conexión entre el Día de la Paz y el aniversario de la muerte de Gandhi se convierte en una oportunidad para reflexionar sobre cómo sus enseñanzas pueden iluminar los desafíos actuales en la búsqueda de la paz. Este artículo explora la figura del líder pacifista y su impacto como defensor de la no violencia, mientras analiza el papel crucial de la educación en la promoción de una cultura de paz. A través de este enfoque, se busca ofrecer una perspectiva integrada que inspire a las nuevas generaciones a construir un mundo más pacífico y solidario.
Gandhi: un icono de la paz y la no violencia
Mahatma Gandhi (1869-1948) se convirtió en una figura clave del siglo XX al liderar la lucha por la independencia de la India mediante métodos no violentos. Su vida estuvo dedicada a la lucha por la justicia y la dignidad humana, especialmente en el contexto de la independencia de la India del dominio británico. Sin embargo, su influencia trasciende las fronteras de su país y su tiempo, convirtiéndolo en un símbolo universal de la no violencia.
Su filosofía se estructura en dos conceptos clave: ahimsa y satyagraha. Ahimsa, derivado del sánscrito, significa “no causar daño” y se refiere no solo a la ausencia de violencia física, sino también a la renuncia a cualquier forma de violencia, incluyendo la verbal y emocional. Este principio ético está profundamente arraigado en las tradiciones filosóficas y religiosas de la India, como el hinduismo, el budismo y el jainismo, pero Gandhi lo reinterpretó para aplicarlo en contextos políticos y sociales.
Por otro lado, satyagraha, que puede traducirse como “fuerza de voluntad” o “firmeza en la verdad”, es una estrategia que combina la resistencia activa con la no violencia. Para Gandhi, no se trataba de una pasividad ante la injusticia, sino de una lucha firme, ética y constructiva. Este método fue esencial en su liderazgo durante campañas clave como la Marcha de la Sal de 1930, en la que desafió pacíficamente el monopolio británico sobre este recurso básico.
Gandhi demostró que la resistencia no violenta podía ser una herramienta poderosa para transformar estructuras de opresión. Su filosofía influyó directamente en líderes como Martin Luther King Jr., quien la aplicó en el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, y Nelson Mandela, que recurrió a estos principios en su lucha contra el apartheid en Sudáfrica. Incluso en la actualidad, sus enseñanzas inspiran movimientos feministas, ecologistas y pacifistas en todo el mundo.

En un mundo marcado por los conflictos armados, crisis humanitarias y crecientes desigualdades, el mensaje de Gandhi sigue siendo profundamente relevante. Su visión nos recuerda que la paz no se limita a la ausencia de guerra, sino que requiere justicia social, diálogo y la construcción de relaciones basadas en el respeto mutuo.
Además, Gandhi entendió que la verdadera revolución comienza con el individuo. Su llamado a la autodisciplina, la simplicidad y la empatía invita a repensar nuestras acciones cotidianas y su impacto en los demás. En un contexto actual de hiperconsumo y cambio climático, su vida ofrece un modelo para una existencia más sostenible y consciente.
El 30 de enero de 1948, Gandhi fue asesinado por Nathuram Godse, un extremista hindú que se oponía a su postura conciliadora hacia los musulmanes y su visión de una India unificada. Aunque su muerte fue un golpe devastador, su legado no se apagó. Cada año, esta fecha se conmemora como un recordatorio de la importancia de lucha por la paz y la justicia, un compromiso que, para Gandhi, era inseparable de la no violencia.
El Día Escolar de la No Violencia y la Paz: la educación como motor de cambio
El Día Escolar de la No Violencia y la Paz, celebrado el 30 de enero, nació como una iniciativa educativa para fomentar valores de tolerancia, respeto y convivencia pacífica. Impulsado por el poeta y pacifista español Llorenç Vidal en 1964, este día se ha convertido en una jornada significativa para reflexionar sobre el papel de la educación en la promoción de una cultura de paz.
La elección del 30 de enero como fecha para este evento coincide con el aniversario de la muerte de Mahatma Gandhi, cuyo legado de no violencia y justicia inspira el propósito de esta jornada. Llorenç Vidal concibió este día como un espacio para sensibilizar a las generaciones más jóvenes sobre la importancia de resolver los conflictos sin recurrir a la violencia, un principio que resuena profundamente con la filosofía de Gandhi.
Desde sus inicios en España, la celebración se ha extendido a escuelas y comunidades educativas de todo el mundo, consolidándose como un recordatorio anual de que la paz no es solo un ideal, sino una práctica que se enseña y se aprende.
La educación desempeña un papel central en la construcción de sociedades pacíficas y justas. En este sentido, el Día Escolar de la No Violencia y la Paz busca transmitir conocimientos, pero también inculcar habilidades y valores necesarios para enfrentar los retos de la convivencia en un mundo diverso y globalizado.
En las aulas, esta jornada se traduce en actividades que promueven la empatía, el diálogo y el trabajo en equipo. Talleres, debates, representaciones artísticas y proyectos colaborativos son solo algunas de las iniciativas que permiten a los estudiantes reflexionar sobre temas como la justicia social, la igualdad y los derechos humanos. De este modo, la educación se convierte en un motor para el cambio social.
La figura de Gandhi, tan presente en este día, es un recordatorio de que la paz es un compromiso activo. Su vida y enseñanzas ofrecen un modelo para abordar los conflictos desde la no violencia y la búsqueda de soluciones justas. Al analizar su legado en el contexto educativo, se abre la oportunidad de conectar las lecciones del pasado con los desafíos actuales, como el cambio climático, las desigualdades globales y las tensiones entre culturas.
En este sentido, el Día Escolar de la No Violencia y la Paz no solo honra la memoria de Gandhi, sino que invita a estudiantes y docentes a imaginar y construir un mundo más pacífico. A través de la educación, se siembran las semillas de una sociedad más empática y solidaria, donde la paz se entienda no como un punto de llegada, sino como un camino constante. Porque, tal y como Gandhi dijo, “no hay camino para la paz, la paz es el camino”.