El Desastre de Annual, ocurrido en julio de 1921, fue una de las derrotas militares más catastróficas de la historia de España. En el contexto de la Guerra del Rif, las tropas españolas, mal preparadas y con una estrategia deficiente, fueron diezmadas por las fuerzas rifeñas lideradas por Abd el-Krim. Este episodio marcó un antes y un después en la política colonial española, con profundas repercusiones en la sociedad y el gobierno, contribuyendo a la desestabilización que desembocaría en la dictadura de Primo de Rivera en 1923.

Más que una simple derrota militar, Annual evidenció las debilidades estructurales del Ejército español, la corrupción en la administración colonial y la falta de recursos para sostener una guerra en Marruecos. El impacto de la tragedia fue tal que generó una crisis política en la metrópoli, con la posterior investigación de responsabilidades a través del famoso Expediente Picasso. Este artículo analiza las causas, el desarrollo y las consecuencias del desastre, explorando sus implicaciones tanto en la historia militar como en la evolución política de España en el siglo XX.
Contexto histórico
A principios del siglo XX, Europa competía ferozmente por expandir sus territorios en África, lo que culminó en la Conferencia de Berlín (1884-1885), donde las potencias europeas se repartieron el continente. Aunque España llegó tarde a la carrera colonial, buscaba consolidar su control en el norte de Marruecos, en un contexto de rivalidad con potencias como Francia y el Reino Unido, motivadas por el acceso a recursos naturales, mercados y prestigio internacional.
La Guerra del Rif, iniciada en 1909, surgió de la resistencia de las tribus rifeñas ante la ocupación española. A pesar de algunas victorias iniciales, las campañas españolas se caracterizaron por una dura represión que intensificó el rechazo local. La situación se complicó cuando Abd el-Krim unificó a las tribus rifeñas, liderando una resistencia organizada contra el dominio colonial.

En España, la década de 1920 estuvo marcada por una profunda crisis política y social. La monarquía de Alfonso XIII enfrentaba creciente descontento debido a la corrupción y la mala gestión gubernamental. La guerra en el norte de África no solo representaba un conflicto militar, sino también un símbolo del deterioro del régimen. La inestabilidad política, las tensiones sociales y la presión sobre el ejército español contribuyeron a la desorganización y falta de recursos, factores clave en el desastre de Annual.
El avance español y la ocupación de Annual
A principios de 1921, el general Manuel Fernández Silvestre lideró el avance español en el Rif con el objetivo de expandir el control sobre el territorio marroquí y consolidar posiciones estratégicas. La campaña formaba parte del plan de ocupación gradual diseñado para asegurar el dominio en el norte de Marruecos. Sin embargo, este avance se realizó con una sobreconfianza en la superioridad militar española y sin una adecuada planificación logística. Al llegar a Annual, las tropas españolas se enfrentaron a numerosos desafíos. La ubicación geográfica aislada y difícil de defender, junto con la falta de suministros y refuerzos, debilitó la moral de los soldados. Además, la subestimación de la resistencia rifeña liderada por Abd el-Krim resultó ser un error crucial. El líder rifeño había logrado unificar a las tribus locales y empleó tácticas de guerra de guerrillas que desorientaron a las tropas españolas.

La situación se agravó con la caída de Igueriben, un puesto avanzado clave que se encontraba bajo asedio constante. La defensa heroica pero infructuosa de los soldados españoles en Igueriben marcó un punto de inflexión. La falta de agua, municiones y refuerzos llevó al colapso de la posición. La pérdida de Igueriben no solo fue un golpe táctico, sino también psicológico, ya que minó la moral de las tropas en Annual y sembró el pánico. Este conjunto de factores —la posición vulnerable en Annual, la resistencia organizada de los rifeños y la caída de Igueriben— creó un clima de desmoralización y caos que desencadenó la precipitada retirada de Annual, dando inicio al desastre que cambiaría el curso de la Guerra del Rif.
La retirada de Annual y sus consecuencias
La retirada de Annual fue un episodio que sumió al ejército español en el caos y la desorganización. La ofensiva rifeña expuso las grandes deficiencias logísticas y estratégicas de las tropas españolas. Sin recursos suficientes ni un liderazgo eficaz, los soldados se enfrentaron a una situación desesperada que marcó un antes y un después en la historia militar de España. A medida que la presión del asedio aumentaba, el pánico y la confusión se apoderaron de las filas españolas. La falta de suministros esenciales, como víveres y municiones, agravó el sufrimiento de los soldados, quienes se vieron obligados a racionar lo poco que les quedaba. La desmotivación se extendió rápidamente, y muchos optaron por huir en busca de seguridad, contribuyendo a la desbandada general. Además, los conflictos internos entre los mandos y las tropas generaron un ambiente de desconfianza que debilitó aún más su capacidad de respuesta.
Monte Arruit se convirtió en el símbolo del sufrimiento y la lucha desesperada de las tropas españolas. Cercadas por las fuerzas rifeñas, las unidades en este lugar soportaron el asedio bajo condiciones inhumanas. La escasez de agua y alimentos, sumada al constante hostigamiento enemigo, provocó un colapso psicológico que afectó gravemente la moral de los soldados. El 9 de agosto de 1921, tras semanas de asedio y con numerosas bajas, las tropas españolas en Annual se vieron obligadas a negociar su rendición. A pesar de las promesas de un acuerdo seguro, el pacto con los rifeños resultó ser una trampa que derivó en una masacre. Se estima que miles de soldados españoles fueron ejecutados, incluyendo a las unidades indígenas que servían en sus filas. Este trágico desenlace intensificó la magnitud del desastre y dejó una profunda herida en la memoria colectiva de España.
La retirada de Annual representó una devastadora derrota militar, pero también evidenció la debilidad estructural del ejército español y desencadenó una crisis política en la metrópoli. Las consecuencias del desastre dejaron una huella profunda en la sociedad y la política española, generando un debate prolongado sobre la responsabilidad y las lecciones a aprender de este acontecimiento. La derrota tuvo un efecto devastador en la opinión pública. La percepción de la guerra en el Rif cambió drásticamente, y muchas personas comenzaron a cuestionar la política colonial de España. Las noticias sobre el número de bajas y las circunstancias de la retirada provocaron indignación entre la población, dando lugar a una serie de protestas y manifestaciones.
El general Juan Picasso fue designado para investigar las causas del desastre y la gestión militar durante la campaña. Su labor se tradujo en el conocido Expediente Picasso, un documento que evidenció las carencias en la planificación y ejecución de la estrategia militar. El informe reveló múltiples fallos en la logística y la preparación de las tropas antes y durante la campaña en Annual. Las pesquisas documentaron la falta de recursos, la deficiente comunicación entre los mandos y la desorganización que imperaba en el ejército. A través de diversas entrevistas y testimonios, se hizo evidente que las decisiones tomadas por los altos mandos, incluido el general Silvestre, fueron cuestionables y, además, llevaron a un resultado catastrófico. Las revelaciones del expediente impactaron la percepción pública sobre el ejército, creando un crítico ambiente de análisis sobre su efectividad y liderazgo.

A pesar de los hallazgos del Expediente Picasso, la investigación enfrentó varios obstáculos políticos. Con la llegada del golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923, el caso fue en gran medida silenciado. Las autoridades decidieron cerrar la investigación, lo que permitió que muchas de las responsabilidades de los mandos militares y del propio rey Alfonso XIII quedaran sin abordar. Este cierre del caso evidenció cómo el contexto político podía interferir en el esclarecimiento de responsabilidades y en la búsqueda de justicia, dejando una sensación de impunidad entre los militares.
Las secuelas del desastre en Annual no tardaron en manifestarse en el ámbito político. La humillante derrota contribuyó a un cambio en el gobierno y en la percepción sobre el ejército. Las críticas a la gestión militar debilitaron el régimen de la Restauración, que había mantenido el poder durante décadas. La ineficacia del ejército provocó un creciente descontento social, que se tradujo en una fragmentación política con la aparición de nuevos movimientos y partidos que cuestionaban el statu quo. En el ámbito militar, la derrota llevó a una reestructuración de las fuerzas armadas. Se inició un renovado interés en reformar la estrategia y la organización del ejército español. Las críticas al liderazgo y la corrupción dentro de las filas militares impulsaron discusiones sobre la profesionalización del ejército y la necesidad de modernizar sus tácticas para evitar futuros desastres. Las lecciones del fracaso en Annual subrayaron la importancia de la preparación y de una mejor logística en los conflictos armados, sentando las bases para un análisis crítico del militarismo español en el contexto colonial.
Este episodio también dejó una profunda huella en la cultura española, reflejada en la literatura y el cine. Escritores como Ramón J. Sender, que vivió la experiencia en el Rif, plasmaron el desastre en obras como Crónica del desastre de Annual (1921), contribuyendo a procesar y transmitir el trauma colectivo. El cine también abordó el tema, con diversas películas y documentales que representaron la humillación y el fracaso militar, consolidando la derrota como un símbolo de la crisis de la Restauración. Estas manifestaciones culturales fomentaron un cuestionamiento más amplio de la política colonial y la posición de España en el ámbito internacional.
La Guerra del Rif tras Annual
Tras la derrota en Annual, la Guerra del Rif continuó con una creciente resistencia rifeña que dificultó la reorganización de las fuerzas españolas. La derrota puso en evidencia las carencias del ejército, pero también llevó a los mandos militares a reconsiderar sus estrategias y mejorar la logística y el abastecimiento de las tropas. En 1925, bajo el liderazgo del general Miguel Primo de Rivera, las tropas españolas ejecutaron la exitosa operación de desembarco en Alhucemas, un punto de inflexión en la guerra. Este desembarco permitió avanzar hacia el interior del Rif y debilitar la posición de Abd el-Krim, quien, tras el desgaste de sus recursos y la presión militar, se rindió en 1927, culminando así la guerra.
La derrota de Annual dejó una marca indeleble en la historia militar de España, revelando las vulnerabilidades del ejército y cuestionando la eficacia del colonialismo español en África. Esta tragedia no solo generó un rechazo generalizado hacia las guerras coloniales, sino que también provocó una profunda crisis de confianza en la clase política y militar, lo que afectó la estabilidad interna del país. Hoy, el legado de Annual sirve como un recordatorio de las lecciones no aprendidas en cuanto a la conducción de las políticas militares y coloniales, invitando a la reflexión sobre el papel del ejército y la relación de la sociedad con las decisiones políticas en tiempos de guerra.