lunes, junio 30, 2025
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Descubren siete enormes urnas funerarias en la Amazonía con restos humanos, peces y tortugas

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Un extraordinario hallazgo arqueológico ha tenido lugar tras la caída de un árbol en la región del Lago Cochila, perteneciente al municipio de Fonte Boa, en la Amazonía brasileña

Bajo las raíces de este árbol, se exhumaron siete urnas funerarias enterradas a aproximadamente 40 cm de profundidad, dos de ellas de gran tamaño. Este descubrimiento podría reescribir la historia cultural precolombina y los modos de vida de los antiguos habitantes de la cuenca del Solimões.

Un equipo del Grupo de Pesquisa em Arqueologia e Gestão do Patrimônio Cultural da Amazônia (Grupo de Investigación en Arqueología y Gestión del Patrimonio Cultural de la Amazonía) del Instituto Mamirauá intervino con la ayuda de habitantes locales, encabezados por el pescador de pirarucú Walfredo Cerqueira. Tras desenterrarlas, las urnas —probablemente colocadas bajo viviendas prehispánicas— fueron elevadas cuidadosamente mediante una estructura de madera y lianas de hasta 3,2 m de altura, para preservar su contexto estratigráfico y garantizar su control.

En su interior se hallaron fragmentos de huesos humanos mezclados con sobras de peces y tortugas, lo que sugiere una compleja ceremonia funeraria vinculada al entorno acuático del entorno. Aunque aún no se puntualiza su cronología exacta, se especula que pertenecen a una tradición antigua de la región.

Todas las urnas carecen de tapas cerámicas, por lo que, según la arqueóloga Geórgea Layla Holanda, del Instituto de Mamirauá, pudieron ser selladas con materiales orgánicos ya desaparecidos. Su tamaño y características técnicas son notables: se fabricaron con múltiples técnicas cerámicas, incluyendo arcilla verdosa —detectada en pocos yacimientos previos del Alto Solimões— y esmaltes rojos. Esta diversidad sugiere una tradición aún no identificada dentro de la Amazonía precolombina, diferente de la conocida cerámica policroma amazónica.

El sitio corresponde a una “isla artificial” construida por antiguos pueblos indígenas para habitar zonas inundables. Se elevaron plataformas mezclando tierra y tiestos con el fin de permanecer secos durante las crecidas estacionales, revelando una ingeniería social e hidráulica avanzada.

Una vez desenterradas, las urnas fueron transportadas en canoas hasta el laboratorio del Instituto Mamirauá en Tefé —un viaje de 190 km por ríos que duró entre 10 y 12 horas—. En el laboratorio, cada urna fue envuelta con film plástico, vendajes de yeso, burbujas y soportes de madera para su análisis cuidadoso, aún en curso.

Los arqueólogos del Instituto Mamirauá continuarán con estudios de datación y análisis cerámico, osteológico y zooarqueológico de los restos humanos y animales. El objetivo es establecer un marco cronológico, entender mejor los rituales funerarios, descubrir la relación de estas urnas con otros sitios polícromos amazónicos, y determinar si pertenecen a una nueva tradición cultural ligada al Medio Solimões.