El Museo de Cera de Madrid ha sido escenario de una insólita intervención artística que mezcló sátira política y crítica social, cuando un artista introdujo, sin permiso, esculturas de líderes mundiales convertidos en personajes grotescos

Una intervención efímera, pero cargada de simbolismo, ha generado polémica en Madrid. El pasado martes 7 de octubre, el artista chileno Nicolás Miranda (@nico_miranda_art en Instagram) colocó varias esculturas satíricas dentro del Museo de Cera de Madrid. Las obras, que estuvieron expuestas en torno a 20 minutos, captaron la atención mediática por su fuerte contenido político.
La instalación tuvo lugar en la sala que reproduce el Despacho Oval de la Casa Blanca, donde se exhibe una escultura de Donald Trump junto a Melania y Barack Obama. Miranda introdujo allí una figura del muñeco diabólico Chucky con el rostro del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, acompañado por un perro con la cara del presidente argentino Javier Milei y tres ratones con los rostros de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y el líder de Vox, Santiago Abascal. Las figuras aparecen colocadas de manera que parezca que son el «séquito» del presidente estadounidense Donald Trump.
El artista ha explicado que tituló la intervención «Child’s Play» y que la concepción pretendía construir un «retablo de la decadencia occidental contemporánea», criticando lo que percibe como pasividad ante el conflicto en Gaza y, en general, el auge de formas autoritarias y ultraderechistas en el mundo occidental: «quería montar un retablo de ultraderecha que mostrara la paradoja y las contradicciones del sistema», asegura el artista. Según Miranda, parte de la acción fue cuidadosamente planificada: realizó visitas previas para analizar el sistema de seguridad, momentos con menor afluencia, cámaras, y las mochilas en las que él y sus compañeros llevaban escondidas las figuras.
Aunque los espectadores presentes en ese momento pudieron observar las figuras, la intervención fue desmontada poco después. El Museo de Cera ha afirmado que el artista actuó «sin consentimiento ni coordinación» con la institución y que las esculturas «no son propiedad ni fueron creadas» por el centro. En su comunicado, el museo subraya que no avala ni se responsabiliza del contenido político simbólico oficiado por terceros, defendiendo su misión institucional centrada en figuras culturales, históricas y de entretenimiento.

Este no es el primer episodio provocador protagonizado por Miranda en Madrid. En 2023, colocó en la Puerta del Sol una escultura del rey emérito Juan Carlos I apuntando con un rifle al Oso y el Madroño, como crítica simbólica de su afición a la caza. Con esta nueva acción, el artista prolonga su discurso de cuestionamiento sobre símbolos de poder mediante intervenciones disruptivas y provocadoras. Ya que, tal y como ha confesado, «a mí me interesa el lenguaje y, siendo sincero, tocar los cojones».