Un reciente estudio ha reavivado el misterio en torno a la Pirámide de Micerino, al detectar dos posibles cavidades ocultas que podrían corresponder a una entrada desconocida

En un nuevo estudio publicado en NDT & E International, investigadores han identificado dos anomalías justo detrás de los bloques de granito pulido de la cara oriental de la Pirámide de Micerino, que podrían corresponder a huecos con aire y dar apoyo a la hipótesis de una segunda entrada a la estructura.
La Pirámide de Micerino —la más pequeña de las tres grandes pirámides de la meseta de Giza— ha sido objeto de debate respecto a su posible diseño original. En 2019, Stijn van den Hoven propuso que pudiera existir una segunda entrada en su cara este, apoyándose en la semejanza entre los acabados de los bloques de granito en esa cara y los que rodean la entrada principal en la cara norte. Con el objetivo de probar esta hipótesis, y sin riesgo de dañar la estructura, el grupo de Helal, Pugacheva y colaboradores ha empleado tres técnicas no destructivas: Tomografía de Resistividad Eléctrica (ERT), Radar de Penetración Terrestre (GPR) y Pruebas Ultrasónicas (UST).
Primero, se realizaron mediciones de resistividad eléctrica con perfiles paralelos extendidos usando electrodos de malla de acero inoxidable. Los resultados de ERT identificaron zonas de interés que luego guiaron estudios más detallados con GPR (dual frecuencia 200/600 MHz) y un arreglo de 16 canales de ultrasonidos. Para integrar los hallazgos de las tres técnicas y reforzar la interpretación conjunta, los autores usaron una técnica de fusión de imágenes (Image Fusion, IF), que permite correlacionar las anomalías detectadas en cada método.
La fusión de los datos reveló dos zonas claramente anómalas detrás de los bloques pulidos. La interpretación propuesta sugiere que estos espacios podrían tratarse de vacíos ocupados por aire, lo que los hace candidatos plausibles para pasajes o cavidades ocultas detrás del revestimiento exterior. Además, se han complementado los hallazgos con simulaciones numéricas bajo distintos escenarios reales, lo que fortalece la plausibilidad de que las anomalías no sean simples artefactos o interpretaciones erróneas.
Sin embargo, los autores también son cautos: detectar huecos con aire no equivale a confirmar sin ambigüedad una entrada antigua. Podrían tratarse de fracturas naturales, espacios de relleno, cambios estructurales o daños. El estudio no hace afirmaciones definitivas, sino que abre un camino para investigaciones arqueológicas más detalladas.
Este hallazgo, si se confirma, cambiaría significativamente nuestra comprensión de la arquitectura interna de Micerino y aportaría un paralelo intrigante con otros descubrimientos recientes en pirámides usando técnicas no invasivas, como el proyecto ScanPyramids para varias pirámides, que también ha revelado cavidades ocultas. En Egipto, la pirámide de Micerino está actualmente bajo la revisión de un comité que supervisa trabajos de restauración, pero este tipo de estudios deben abordarse con mucha cautela para no perturbar su estructura original.